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miércoles, 30 de diciembre de 2015

Relato de: Javier Mendicel Fuentes, Número: 044, Episodio: Lara




Cuando Lara me ve aparecer en la academia en la que imparte clases de inglés, en su mirada percibo más que sorpresa, desconcierto, no le cuadran los ángulos, luego me lo explica y lo entiendo, le hubiera resultado más gratificante de no estar mi presencia allí ligada a Jessica. Es verdad, estoy aquí sólo porque Jessica despierta en mí sentimientos muy encontrados, de una parte está su sensación de fuerza, que ligo instintivamente al personaje de cómic, de otra la de persona difícil, compleja y con dificultades, a éstas sumo otras que me cuesta asimilar y busco a la amiga con el deseo de aclararme, para que me ayude a salir de mis propios conflictos. Mientras espero a que termine su próxima clase, sentado junto al ventanal en un agradable bar situado enfrente, no dejo de pensar en la diferencia que existe entre ambas, una es como un valle verde en el que un riachuelo recorre su curso amablemente y la otra un risco salvaje y empinado en el que el agua cae rota y a la desesperanza. En la primera me atrae el sosiego y la calma, en la segunda ese deseo de aventura y de romper con todo que debo tener agazapado dentro.
Cuando se me une en el bar trae el rostro algo congestionado por las prisas y los cambios de temperatura, su belleza es serena, tiene una naturalidad espontánea y su presencia me transmite confianza, me besa de nuevo, podría mirarla sin cansarme, entramos de primera (casi sin permitirnos los preámbulos de buena cortesía) a encararnos directamente con el personaje central, Jessica se nos muestra con la crudeza que ella misma impone, para Lara la joven es una persona muy inteligente pero irracional, a la que le faltan códigos sociales y una base de conducta ética, considera que tiene conflictos profundos y que debería ser rescatada porque podría perderse. Pienso que es demasiado tajante, pero conforme me describe la conversación que mantuvo con ella, las respuestas a sus preguntas, la confusión a la que éstas le llevan, también yo empiezo a sentir su misma inquietud. En contra de lo que podría presuponérsele, no tiene ningún candor al juzgarla, entiendo que soy yo mucho más timorato que ella al establecer un criterio válido. Confieso que tengo una natural confianza en el ser humano, debida quizás a mi situación social acomodada, ella me explica que ha vivido una niñez difícil, que ha superado situaciones adversas y que por eso quizás lo tiene más claro. Esta nueva situación me permite entrar en detalles suyos desconocidos, descubro entonces a una joven que se ha hecho así misma a contracorriente, que detrás de su aspecto bondadoso y sencillo se esconde una joven de voluntad férrea y una fuerte convicción humana y social. 
De vueltas a casa no dejo de sorprenderme buscando algún lado bueno de Jessica, a la vez que me descubro analizando la personalidad de Lara, creo que el ser humano tiene cierto apego al riesgo y al peligro, pero a pesar de ello, me olvido de llamar a Jessica para quedar con ella como le prometí.
Durante dos días Jessica ha estado llamando a casa preguntando por mí de forma infructuosa, ha dejado varios teléfonos donde contactarla pero yo sigo imperturbable, la última vez cogió la llamada mamá de forma expresa, mejor no lo hubiera hecho, me vino a ver después toda preocupada, el tono y la forma de expresarse de la joven le resultaron incómodas, incluso molestas, le pareció fría, insolente y de cierta prepotencia, no comprendía muy bien mi relación con ella, quise quitarle importancia, la embromé pero no conseguí relajarla.
Ya anochecido, los perros de la casa contigua a la nuestra no dejan de ladrar durante un buen rato, cosa bastante inusual, no es zona de paso nocturno. De madrugada me he despertado sobresaltado, ya amanecido tengo la impresión de que alguien durante la noche ha estado en mi habitación, es una sensación tan fuerte de invasión de mi intimidad que siento incluso miedo, una vez levantado, en contra de mis hábitos cotidianos no he ido a nadar, la sensación es muy profunda, nunca sentí nada parecido, más tarde, sin explicármelo, me entran unas ganas imperiosas de dibujar, de manifestarme, pero cuando lo hago me sorprendo dibujando a Jessica entrando por la ventana, lo consigo a la primera y con suma facilidad, incluso me recreo, la perfecciono al punto de verla con precisión, le he puesto una prenda negra entallada, sus ojos son expresivos y directos, transmite frialdad y seguridad en sí misma. Me enfrasco en el dibujo de forma obsesiva, cada vez lo perfecciono más, la tengo ahora tan presente que cada rasgo suyo queda reflejado con precisión. Después me siento mucho más relajado, pero no dejo de tener percepciones extrañas, comienzo a observarlo todo con meditada precisión, al final salgo de la habitación sin rumbo fijo, a mamá le sorprende oírme y no verme ir a desayunar, me llama, le contesto de forma evasiva, paseo por el jardín, me paro bajo la ventana de mi habitación, observo la pared detenidamente, se podría acceder a ella pero no es fácil sin una escalera, además no hay ninguna huella delatadora, de no ser por la angustiosa sensación que me embarga diría que todo es una invención mía.
No he salido de casa, después de comer llamo a Lara, le pido que venga a verme, - Hasta las siete estoy ocupada con clases, me responde, quedamos que vendrá cuando termine, le explico cómo hacerlo. Hasta que llega hago de forma frenética innumerables dibujos de Jessica, en uno de ellos está frente a mi cama con los brazos en jarra, la cama está vacía, creo que no me he atrevido a dibujarme con ella por miedo a sentir su proximidad, en otra está sentada a los pies de la cama con gesto irónico.
Espero a Lara en la entrada y la subo directamente a mi habitación, ya en ella le explico todas las sensaciones vividas, mis miedos, mis percepciones extrañas, le muestro los dibujos, tiene la cara desencajada, le explico como he bajado al jardín y comprobado que no existen marcas, ni nada que me haga pensar que es real, al final le confieso que he podido dejarme llevar por sus apreciaciones. Que es una mala pasada de mi subconsciente.  Estoy tan cansado que me echo en la cama, ella viene y me acompaña, nos abrazamos y en esa placidez nos quedamos dormidos, una hora más tarde nos despertamos algo asombrados, la situación es tan placentera que nos besamos amorosamente, después ella se levanta y le acompaño,  bajamos y busco a mamá, está en la cocina, lleva puesto ya su pijama, los tres nos quedamos cortados, la primera en reaccionar es mamá, se disculpa por la prenda y se justifica diciéndonos que pensaba irse a leer a la habitación, le presento a Lara y le hablo del cómic, entonces ella me mira sorprendida porque aún tiene el maletín con mi trabajo, le aclaro que es otro, pero ya están ellas más interesadas consigo mismas. A mamá no le cuesta nada acoger a Lara, enseguida le muestra su mejor sonrisa, la respuesta de la joven es igualmente abierta y amistosa, ambas actúan con la naturalidad que les es propia, sólo yo me muestro más distante o preocupado, arrastro sin querer parte de la carga emotiva que aún me resta.

Cuando al poco se marcha Lara, ceno algo ligero y me entretengo en la cocina, temo volver a la habitación, antes de hacerlo recorro toda la casa cerciorándome de que no quede nada sin cerrar adecuadamente.